La primera vez que supe de Azpiri fue gracias a los
juegos de 8 bits que programaban las empresas españolas. Un día de Reyes, cuando
tenía 14 años, mis padres nos regalaron a mi hermano y a mí un Commodore 64. A este acompañó el Erbe
88, un pack con 5 juegos, entre los que incluía Mad Mix Game, Chicago’s 30 o
Silent Shadow entre otros.
Lo que más me llamaba la atención de aquellos juegos
eran las portadas. Las ilustraciones de las cajas incitaban a consumir el
producto, independientemente de la calidad que tuviera el juego. Cualquiera que
haya vivido la edad de oro de los juegos españoles de 8 bits sabrá lo que digo;
esas ilustraciones tenían algo especial, encandilaban, y su dinamismo hacía
volar la imaginación. No hace falta decir que el autor de aquellas imágenes no
era otro que Alfonso Azpiri.