“Rock Island, Illinois, 1929. Michael O’Sullivan es
un buen padre y un hombre de familia, y también es el brazo ejecutor de John
Looney, el padrino irlandés del crimen local. Como el ángel de la muerte de
Looney, O’Sullivan también ha cumplido encargos para los gánsteres de Chicago
Al Capone y Frank Nitti, pero cuando una ejecución de la mafia se torna en
tragedia para su familia, el afligido padre y su hijo adolescente se ven
inmersos en una serpenteante carretera de traición, culpa y venganza.”
Max Allan Collins (Batman, Dick Tracy) es un
escritor que no sólo ha realizado guiones de cómics. Es también escritor de
novelas como “Un detective de verdad” (la serie del detective Nathan Heller) o
“Sed de dinero”, guionista de cine e incluso ha dirigido alguna que otra
película independiente (“Mommy”, 1995). Tras casi veinte años guionizando las
tiras de Dick Tracy para Tribune Media Services, y casi otros tantos
escribiendo las novelas de Nathan Heller para Bantam Books, en ambos sitios deciden
rescindir su contrato, y en 1993 su carrera da un giro de 180º.
Este hecho supuso que Collins volviera a DC Comics.
Hay que decir que Collins fue el guionista que originó la versión antiheróica
de Jason Todd, el Robin más odiado por el púbico y al que este decidió eliminar
en la famosa votación telefónica. Pocos creadores pueden tener este mérito en
su haber. Así que le ofrecieron trabajo.
Andrew Helfer era por aquel entonces el director del
sello Paradox Press de DC Comics, un sello dentro de la editorial centrado en
historias no superheróicas. Concretamente, Helfer buscaba una serie policíaca,
y con la experiencia de Collins como escritor en ese género, le propuso la
creación de una serie que se publicara al estilo manga, es decir, en tomos de
bolsillo. Este estilo de publicación interesó al guionista a tal punto que una
de sus inspiraciones para Camino a la
perdición (originalmente iba a titularse Gun and Son) fue la serie manga El
lobo solitario y su cachorro de Kazuo Koike. Y en cierto modo, recuerda
bastante a esta obra. Es más, el propio autor dijo en una entrevista “¿Acaso un
padrino no era el equivalente de un Shogun y su principal asesino a sueldo el
equivalente de un samurai?”
El magnífico trabajo de Rayner |
Pero Camino a
la perdición bebe también de otras fuentes, como la serie “El fugitivo”, el
cine de John Woo (quien a su vez hizo su particular Lobo solitario y su
cachorro con la película “Héroes de guerra” (1986) y películas de Bob Hope y
Bing Crosby.
Sin embargo, Camino
a la perdición nunca terminó de ser serializada, a pesar de constar tan sólo
de tres volúmenes. La baja aceptación por el público hizo que el tercer tomo no
saliera a las tiendas y en su lugar la reedición en un único volumen apareciera
en venta antes de lo previsto.
Las historias que cuentan una relación padre/hijo no
son una novedad en la carrera de Max Allan Collins como autor. Camino a la perdición cuenta esta relación
en un contexto dramático y a la vez violento, y de la pérdida de la inocencia
de una forma genialmente madura. El hijo del protagonista no sólo será testigo
del terrible drama que cae sobre su familia, si no que, como gran admirador de
su padre, descubrirá de forma abrupta a lo que realmente se dedica. En este
cómic, a diferencia de otras obras de Collins, leeremos la historia desde el
punto de vista del niño pero con la influencia en varios momentos desde la
óptica del padre.
El estilo de dibujo emula las fotografías de sucesos de la época |
Max Allan Collins realizó una magnífica tarea previa
de documentación para este cómic: John y Connor Looney, están inspirados en un
editor real de prensa amarilla que chantajeaba a las “víctimas” de sus
noticias, controlaba a los políticos locales e incluso llegó a colaborar con Al
Capone en varios trabajos; la colaboración que había en la década de los 30 en
E.E.U.U. entre gangsters y los residuos que quedaban de los, cada vez más
extintos, forajidos del Oeste Americano y que apenas se trata en películas o
novelas; el origen irlandés de muchas familias mafiosas y que el folclore
norteamericano ha encasillado en las de origen italiano. Y también para la
ambientación de las ciudades, pueblos polvorientos, organizaciones, edificios,
etc.; incluso las clases de conducir que el protagonista imparte a su hijo se
basan en las que el propio autor recibió por parte de su padre en caminos rurales
casi iguales. Como consecuencia, las apariciones de Capone, Nitti o Eliot Ness
son bastante creíbles. De hecho, Collins es un escritor perteneciente al
“true-crime fiction”, subgénero para el que ha escrito cuatro novelas sobre
casos reales de Eliot Ness.
Personajes reales como Eliot Ness aparecen en este cómic de forma bastante creíble |
El dibujo corre a cargo del artista británico
Richard Piers Rayner (Hellblazer).
Guionista y dibujante jamás llegaron a verse para la realización de este cómic,
como mucho, algún correo electrónico o llamadas telefónicas. Collins escribía
unas pocas páginas, se las pasaba a su director, Andrew Helfer, y este a
Rayners. Pero Rayners es un dibujante que, aunque genial, es bastante lento, y
las páginas ya dibujadas no regresaban a Helfer hasta, en algunos casos, seis
meses después de haber sido enviadas. Sin embargo, pienso que Rayner fue la
mejor elección para este trabajo, pues su dibujo emula las fotografías de la
prensa de sucesos de la época, y no sólo porque sea en blanco y negro. Su
realismo y, a veces, crudeza recuerdan a las viejas fotografías, con lo que en
ocasiones da la sensación de estar ante un dossier más que un cómic.
Camino a la perdición está publicado en nuestro país por ECC
Cómics en su línea Vertigo con encuadernación cartoné.
Si otras veces he dicho que el cómic americano cada
vez me gusta menos, obras como Camino a
la perdición hacen que, por suerte, no siempre sea así. Una novela gráfica
bastante buena y muy recomendable ya sea a los fans de los cómics como si no lo
son.
Título: Camino a la perdición.
Autor: Max Allan Collins, Richard Piers Rayner.
Editorial: ECC Cómics.
Páginas: 304 páginas. B/N.
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